domingo, 16 de junio de 2013

“Los finales felices son historias sin acabar”.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Posdata, te extraño.

Suelo decirle a la gente que te he olvidado, que tú para mí estás muerta. He intentado créermelo de todas las maneras posibles, deseando que un día me despertara y ya no te echara de menos.

He probado de muchas maneras, con muchas chicas, y sintiéndote sincero, he aprendido mucho sin ti. He aprendido, por ejemplo, que lo que una vez nos dice la cabeza, más tarde el corazón lo terminará traicionando.

He sido un espectador de una lucha entre mi conciencia y mis sentimientos, y aún así parece que a guerra no se acaba nunca.

También, he buscado dentro de mí lo que jamás había visto con estos ojos. Buscando una respuesta a por qué siempre que me acuerdo de tu voz termino con una sonrisa en los labios.

Y bueno, tus labios creo que podrían calificarse como la peor tortura conocida. Sólo pensar en que hubo un momento en el que creí que no los echaría de menos, que era unos labios como los de la mayoría de las mujeres. Ahora sé que me equivocaba.

Recuerdo cuando en un tiempo tú me preguntabas como te quería y yo intentaba darte una respuesta indefinida, algo que jamás hubieras escuchado.

Tú me asegurabas que me querrías eternamente, y continuamente me hacías jurar que caminaría contigo hasta el final.

Jamás pude hacerlo.

Sé que te dije mil y una tonterías por aquel entonces, pero tampoco me arrepiento de haberlo hecho. A mí lo que me llenaba era tu sonrisa.


Sé que mis amigos no dejaban de criticar nuestra extraña manera de querernos. De vivir el uno por el otro en apenas dos miradas.

Todos ellos sabían que yo era un inexperto en esto del amor.

Ahora me doy cuenta de que ellos no comprenden lo que significa realmente amar.

Y ha pasado bastante tiempo desde la última vez que me dirijiste la palabra.

Te aseguro que me siento un gilipollas desde que te juré que no me importabas. Desde esa tarde en la que te vi llorando por mi en la playa, esa playa donde una vez tú y yo nos consumimos a besos.

Te dije que también que no te echaba de menos, que no te necesitaba. Quizás lo hice por orgullo o tal vez pensé que de esa forma me olvidarías antes y seguirías con tu vida. Que te haría ver que sólo soy ese error, que siempre me sentí a tu lado.

Ojalá algún día tengas tiempo para explicarme cómo te sentiste tú tras nuestro último abrazo.

Hace mucho, cuando me sentía parte de tu vida, te dedicaba cada balada de amor que escuchaba. Hoy por hoy el rock and roll me sigue recordando un poco a ti.

Siempre ha sido algo que nos unió desde el principio.

Te supliqué con el paso del tiempo que te fueras mi musa.Que fueras el motivo por el cual cantara y rasgara las cuerdas de mi guitarra, de quebrarme la voz pensando en ti. Sin embargo no fue hasta que perdí cuando te escribí una canción.

Jamás pude decirte que la compuse por ti.

Solías decirme que no te considerabas guapa, que eras una chica del montón.
A lo mejor no me creíste nunca, pero te repito que desde que te conocí para mí has sido la más preciosa de este mundo.


Te lo aseguro, nadie en la tierra tiene tus ojos.


Tú y yo nunca llegamos a más que lo besos.A nada físico me refiero.

Realmente presumo en secreto de que tú yo nos hemos querido como pocos han hecho. De podíamos hacer el amor con solo mirarnos.

Yo ni siquiera te saludaba con un beso. Nunca. Lo consideraba algo demasiado valioso como para malgastarlo a la primera de cambio, algo demasiado personal. La gente tampoco solía entender eso.

En este tiempo me han pasado muchas cosas. Ha llegado más gente a mi vida, para que te voy a mentir. Y toda esa gente se ha ido yendo también. Si me abandonaron o les abandoné, eso es algo que ni siquiera recuerdo ya.

Créeme, ha sido mucha, muchísima la gente que ha aparecido por el camino. Pero joder... ¿Por qué ninguna de ellas se parece lo mínimo a ti?


¿Por qué tienes que ser tú la única persona que llene ese hueco incompleto en mí?

¿Por qué demonios tenemos que ser tú y yo el uno para el otro?

¿Por qué tienes que ser especialmente tú mi alma gemela?

¿Sabes? Me gustaría decir que has cambiado. Que ni siquiera te reconozco, que no eres esa pequeñaja de ojos preciosos de la que yo me enamoré un otoño cualquiera.

Pero sé que el que realmente ha cambiado soy yo.

Sé que el que te abandoné sin motivo, que no se merece que le recuerdes y que nunca podrá olvidarte soy yo.

Algunas veces prometo que incluso sentía miedo. Miedo de que pudieras llegar a sentir algo tan grande por alguien como yo. El que siempre te a repetido que no te merece. Tenía miedo, sí.


Miedo de no poder quererte como lo hacías tú.


Otros recuerdos, aún así, son los mejores que tengo guardados. Los tengo guardados aquí dentro, junto a la bola de papel que hice con nuestra foto y que jamás pude rompe, y una caja donde todavía guardo un montón de regalos que me quedan por darte algún día.


También guardo en la caja un frasquito con mi olor. Tú siempre repetías que te encantaba, y yo hacía incapié en que no lo consideraba especial. Me dí cuenta de lo que significaba para ti el día en el que soñé que otra vez con el aroma de tu pelo.

En la caja hay incluso un juego de sabanas blancas. Son por cada vez que me acostaba, cuando me daba por pensar en ti. Tanto lo hice, que mis sábanas terminaron recordándome cada noche que una vez te prometí que dormiría contigo.

Hoy, escribiendo todo esto sólo espero que sepas comprenderme como lo llevas haciendo desde el día que te conocí.

Entender que ni siquiera sé si merezco que me quieras, o empezar a plantearme por qué en su día te deje llorando sola, cuando lo que estaba haciendo me dolió como si me me arrancarás el corazón sin avisar.

Buscar la razón por la que abandoné a la persona que más he llegado a importar en esta puta vida.

Y te prometo que cuando lo haga, volveré para decirte todo lo que siento y demostrarte con mi vida que jamás volverá a querer a nadie de la manera en la que te quiero a ti.

Gracias, una vez más, por dejarme formar parte de tu vida.

Ojalá algún día volvamos a ser una piel.



martes, 26 de febrero de 2013


Lo que no sabía, es que aquel día por la noche, había saludado a la que sería el amor de su vida.